Mi hermano pequeño cumple hoy doce años, y desde aquí le doy mis más enormes felicitaciones. Perdonad si caigo en el tópico, pero se me está haciendo todo un hombre y estoy muy orgulloso de él.
Encuentro esta galería de fotografías de olas y recuerdo esos paisajes escondidos que me descubriste el pasado verano. Playas apartadas del bullicio, calas desaparecidas de los mapas a las que sólo por caminos borrados se podía llegar… Y yo con gorrita y poniéndome mucha crema para no quemarme los hombros.
Llegó por la mañana, y revolucionó la casa. Todos los habitantes se tiraron por los suelos para hacerle carantoñas y juegos.
Poco antes de la hora de comer, un paseo para que fuera reconociendo las calles de su ciudad y mostrarlo con orgullo a los caminantes que se te cruzan. Camina dos metros para sentarse y quedarse ahí plantado dos minutos. Este animal necesita más ejercicio.
La tarde la pasa durmiendo, jugando, pululando de un sitio para otro. No sabe si está cansado o si aún le quedan fuerzas para un último asalto.
Y al llegar la noche, no se aguanta de pie. Se queda dormido sobre tu regazo, tal vez soñando en todo lo que ha hecho durante el día.